La pandemia trajo consigo grandes retos para la docencia. Súbitamente tuvimos que comenzar a impartir clases en línea luchando, muchas veces perdiendo la batalla, contra los dispositivos electrónicos para capturar la atención del estudiante y diseñar instrumentos que nos permitieran evaluar el aprendizaje en un ambiente donde toda la información se puede encontrar en internet y donde no existe la presencialidad que nos permitía “vigilar” que no se estuvieran cometiendo deshonestidades académicas. Fui testiga de colegas (y estudiantes) exhaustos después de exámenes en línea en los cuales se les obligaba a prender cámaras, abrir micrófonos y mostrar su entorno a través del video. ¿Es esta la mejor manera de asegurar el aprendizaje con integridad académica? ¿Qué mensaje estamos dando al crear este tipo de políticas de control en el aula de clase, sea física o virtual?
Emmanuel Kant nos ofrece dos de los principios más importantes para el actuar ético. La filosofía kantiana se basa en el deber ser de los actos y en el respeto a la dignidad de las personas, es decir su valor, su autonomía y su libertad. ¿Qué asumimos consciente o inconscientemente cuando imponemos medidas de control tan estrictas y podría decirse, invasivas, sobre nuestros estudiantes? El primer imperativo categórico de Kant, “actúa de manera tal manera que la máxima de tu conducta pueda convertirse en ley universal”, nos invita a reflexionar sobre la universalidad (¿qué pasaría si todos los docentes actuáramos de la misma manera?) y reversibilidad de nuestros actos, docentes, en este caso (¿nos gustaría trabajar en un ambiente de desconfianza, en el cual nuestros colegas y líderes asumen automáticamente que incurriremos en actos deshonestos? Si no es así, ¿por qué crear este ambiente para otros?).
Ahora, hay maneras de asegurar un aprendizaje con integridad académica en un ambiente de respeto y confianza mutua. A continuación comparto algunas estrategias que, en mi experiencia de docente de cursos de sostenibilidad y responsabilidad para estudiantes de primeros semestres, me han ayudado a fomentar un aprendizaje activo, prevenir actos de deshonestidad académica y evitar un desgaste innecesario a la hora de calificar:
Las anteriores estrategias me han ayudado a prevenir, más no eliminar las deshonestidades académicas; cuando estás ocurran el profesor debe honrar las políticas institucionales y el estudiante asumir las consecuencias de su actos. Es responsabilidad de nosotros profesores y profesoras asumir el reto de instaurar una cultura de estricto apego a la integridad, pero con justicia y respeto para todos.
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